viernes, 2 de febrero de 2018

Afrin, entre las garras de las grandes potencias


En un artículo que escribí un día antes de la invasión de Afrin por parte del Estado turco, tenía la intención de analizar las estructuras ideológicas subyacentes del partido gobernante turco (AKP) y la fuerza impulsora detrás de la invasión. Este artículo se centrará más en el papel de las principales potencias, principalmente en Estados Unidos y Rusia en la reciente invasión de Afrin y las posturas del régimen de Bashar Al Assad e Irán.

En 2016, después de que el Estado turco invadió Siria y ocupó Jarablus para evitar la vinculación de los cantones Kobani y Afrin, Mehmet Öcalan visitó a su hermano, Abdullah Öcalan, teórico político y líder ideológico del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), que está confinado en la prisión de Imrali, Turquía. Allí, Abdullah Öcalan reflexionó sobre la invasión turca de Siria y evaluó el papel de Estados Unidos en la operación, diciendo: “Estados Unidos invitó al Estado turco a Rojava a través de Jarablus hace unas semanas. Debieron haber seguido esa estrategia para debilitar tanto a los kurdos como a los turcos en este punto. Los turcos no habrían podido entrar en Jarablus si los Estados Unidos no hubieran querido que esto sucediera. Su objetivo es hacer que ambas partes se enfrenten entre sí”.

Esta declaración sigue siendo muy relevante en lo que respecta a la invasión de Afrin por parte del Estado turco. Pero esta vez, Rusia invitó directamente al Estado turco a invadir Afrin. El Estado turco no se atrevería a invadir Afrin si las dos potencias principales, Estados Unidos y Rusia, no dieran luz a la ofensiva.

Rusia

La aprobación de Rusia para la invasión de Afrin no es sorprendente. Está claro que Rusia busca reforzar el régimen de Assad para sostener y ganar intereses políticos y económicos en Siria. Más claro es que Rusia ve a Siria como un terreno desde el cual puede arrebatarle el control a su rival imperialista, Estados Unidos.

Después de la batalla de Kobani, las fuerzas kurdas entraron en una coalición con otros grupos en la región bajo la bandera de las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF) para liberar grandes extensiones de territorio e incluso ciudades en poder del Estado Islámico en el norte de Siria. En su búsqueda, recibieron el apoyo moral y político de una coalición internacional encabezada por Estados Unidos. Cuando las SDF finalmente ganaron la capacidad de controlar recursos cruciales como agua y petróleo, que anteriormente estaban bajo el control del Estado Islámico en Raqaa y Deir-ezor, las tensiones entre las dos potencias mundiales alcanzaron una nueva altura.

Estas tensiones se manifestaron en una nueva rivalidad entre las SDF, respaldadas por una coalición encabezada por Estados Unidos, y el gobierno sirio, respaldado tanto por Rusia como por Irán. Para debilitar la influencia que Estados Unidos tiene en Siria, Rusia entró en una distensión con Turquía.

En este punto, los intereses de Rusia y Turquía se alinean. Mientras que Turquía quiere desmantelar el proyecto liderado por los kurdos en el norte de Siria, Rusia busca reducir la influencia de los Estados Unidos en Siria al intentar eliminar a uno de los aliados más importantes de Washington sobre el terreno: las Fuerzas Democráticas de Siria.

Además, al permitir que Turquía invada a Afrin, Rusia tiene como objetivo poner a Estados Unidos en un dilema, sabiendo muy bien que Washington tiene problemas para sostener su acto de malabarismo en Siria. Por un lado, Estados Unidos ha tratado de mantener a Turquía, un compañero miembro de la OTAN, como un aliado estratégico cercano. Al mismo tiempo, los triunfos de las SDF le dan a Estados Unidos la posibilidad de mantener un pie en Siria, que puede ayudar a presionar al régimen de Assad y, de ese modo, reducir la influencia de Irán en la región. Ankara, que está en contra del proyecto kurdo, no está contento. Las SDF buscan garantizar, entre otras cosas, la seguridad de su población. Mientras que Ankara se siente traicionada, y las SDF sienten que deberían prepararse para la traición, Moscú ve una oportunidad.

La operación del Estado turco no se limitará a Afrin, sino que se extenderá a Manjib, donde están estacionados más de 2.000 militares estadounidenses. Esto, al menos, es lo que Erdogan ha dicho expresamente en un discurso a los líderes provinciales en Ankara: “Con la operación Ramo de OLivo, una vez más hemos frustrado el juego de esas fuerzas furtivas, cuyos intereses en la región son diferentes”, y continuó: “Comenzando en Manbij, seguiremos frustrando su juego”.

Si el Estado turco ataca Manbij, para proteger tanto su apalancamiento como sus intereses, Estados Unidos posiblemente podría defenderse. Esto es lo que espera Rusia, que Estados Unidos y Turquía participen en el combate y se arriesguen a que se expulse a la OTAN del país. Rusia quiere, entre otras cosas, que Turquía finalmente caiga bajo su ámbito de influencia. Esto debería explicar, al menos parcialmente, por qué Rusia permite que el Estado turco invada Afrin.

Estados Unidos

No es necesario decir mucho sobre la política exterior de los Estados Unidos en lo que respecta a los kurdos en Siria. Es una doctrina que se puede resumir en dos palabras: hipocresía y duplicidad. Estados Unidos ya ha afirmado que apoya el derecho del Estado turco a protegerse de los “elementos terroristas que pueden estar lanzando ataques contra ciudadanos turcos y suelo turco desde Siria”. Al hacerlo, Estados Unidos ha firmado su sello de aprobación para que el Estado turco ataque a los kurdos de Siria.

Turquía sigue siendo un socio estratégico para Estados Unidos dentro de la OTAN. Este último no quiere perder a Turquía y Estados Unidos no quiere que eso cambie. Estados Unidos simplemente ve a Afrin como un lugar que no es su problema, especialmente considerando que no cae bajo el territorio de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico. “No hay apalancamiento, no es mi problema”, es otra manera de resumir esta doctrina.

El régimen de Assad

En Siria, hay dos proyectos por los que el régimen de Assad se siente amenazado: el federalismo en el norte de Siria y la oposición islámica apoyada por Turquía. Mientras que el régimen de Assad se esfuerza por mantener a Siria como un Estado-nación centralizado, el proyecto dirigido por los kurdos representa una gran amenaza para ese modelo, ya que busca descentralizar el país y empoderar a las minorías étnicas y a las mujeres. La otra amenaza para el régimen de Assad es la oposición islámica, o la contrarrevolución respaldada directamente por Turquía, que exige luchar para derrocar al régimen.

Para debilitar tanto a los kurdos como a la oposición islámica, el régimen de Assad encuentra a la invasión turca a Afrin como una oportunidad de oro para alcanzar sus fines. Por lo tanto, la advertencia del régimen de Assad de que derribaría cualquier avión de guerra turco que violara el espacio aéreo sirio, debería verse como lo que es: una mentira flagrante. Sin embargo, incluso si esto se materializara, sería una situación de ganar-ganar para Rusia. A Moscú le encantaría la oportunidad de recibir la excusa para “proteger” al gobierno sirio, y empujar a Afrin bajo el control del régimen de Assad.

El régimen de Assad y Rusia se preparan para lanzar una gran ofensiva en Idlib, el único bastión en donde se encuentra la oposición armada islámica en Siria. Dado que muchos grupos islámicos armados están respaldados directamente por el Estado turco, Rusia y el régimen de Assad tratan de llegar a un acuerdo con Ankara. Este último podría ayudar al régimen de Assad a transferir a los leales del Estado turco para luchar contra los kurdos en Afrin, e Idlib sería dejado por el régimen de Assad en tal acuerdo. El vehículo para esta negociación es el congreso ruso de Sochi. En resumen: Idlib por Afrin. Es por eso que Erdogan dice que tiene un trato con Rusia. La toma del aeropuerto militar de Abu al-Duhur junto a decenas de pueblos por el régimen de Assad ya es una primera medida de buena voluntad inscrita en este pacto silencioso.

Y, finalmente, debemos abordar en breve cómo se beneficia Irán de la invasión de Afrin. En la medida en que Teherán percibe falsamente que el proyecto liderado por los kurdos es una expansión de Estados Unidos, cualquier amenaza hacia él coincide con sus intereses en la región. Y en la medida en que la expansión turca no es mitigada por el régimen de Assad y Rusia, Irán también se siente ansioso por la expansión del fundamentalismo suní. Pero si ocurre un acercamiento, mejor evidenciado por las “zonas de desescalada” conjuntas negociadas en Idlib por Irán, Turquía y Rusia, entonces Teherán siente que tiene más poder para intervenir en el conflicto sirio. En pocas palabras, Irán se beneficia de la lucha entre el Estado turco y los kurdos en Siria.

Entonces podemos hablar de acercamiento entre Rusia, el régimen de Assad, Irán y Turquía. También se puede decir que es el proyecto liderado por los kurdos en la región lo que acerca a estos enemigos inverosímiles en la mesa de negociaciones. Pero esto también es efímero. No borra las muchas contradicciones, las diferencias entre varios proyectos políticos sobre el terreno y los siete años de conflicto entre estos poderes. Este acercamiento inestable se romperá tan pronto como los intereses y las batallas sobre el terreno cambien en Siria.

Conclusión

Debo aclarar mi posición. Los principales poderes regionales se guían en esta guerra por su capacidad de traición, su compromiso de lograr sus intereses, su mentalidad genocida y fascista. Los combatientes kurdos, sin embargo, se guían por los principios de la autoorganización, la autodefensa, la resistencia y la libertad.

Volvamos a Imrali y las últimas palabras que recibimos de Öcalan, después de que su hermano concluyera su reunión con él: “Soy demócrata y revolucionario. No me rendiré al Estado ni a nadie más”. Creo que diría lo mismo al Movimiento de Libertad Kurdo y al pueblo de Afrin: “Sean demócratas y revolucionarios. No se rindas a estados nacionales ni a nadie más”.

FUENTE: Cihad Hammy / The Region / Traducción y edición: Kurdistán América Latina

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